
Así miente Reporteros Sin Fronteras, la herramienta geopolítica del progresismo
Mientras critica al Gobierno de Milei, esta organización defiende los autoritarismos de izquierda.
En los últimos días, una evidente campaña coordinada por numerosos medios de comunicación argentinos intentó instalar la falsa narrativa de que en Argentina se está restringiendo la libertad de prensa.
El eje de esta operación fue la publicación del nuevo ranking de Reporteros Sin Fronteras (RSF), una organización europea con financiamiento de dudosa imparcialidad, que ubicó a nuestro país en el puesto 87 de 180 en materia de "libertad de prensa".
Lo llamativo no es solo el número en sí, que no tiene un sustento empírico, sino la velocidad con la que los principales medios locales, muchos de ellos beneficiarios históricos de la pauta oficial, eliminada por le Gobierno de Javier Milei, se apresuraron a reproducir exactamente los mismos titulares.
El informe de RSF no es solo un informe, sino que refleja el hecho de que Argentina está en la mira de organizaciones internacionales de izquierda, que claramente buscan desestabilizar al actual Gobierno argentino.
Reporteros Sin Fronteras, que se presenta como defensora de los derechos de los periodistas, es financiada por entidades como la Open Society Foundations de George Soros y la National Endowment for Democracy (NED), esta última sostenida durante años por la administración demócrata de Joe Biden.

Tan cuestionada está la NED que incluso Elon Musk, funcionario del Gobierno de Donald Trump, decidió retirar su financiamiento por considerarla una herramienta de manipulación ideológica y corrupción.
La doble vara de Reporteros Sin Fronteras
Lo más paradójico es que este mismo ranking ubicó a la Argentina en el puesto 47 en 2011, durante el corrupto y autoritario gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En ese entonces, el kirchnerismo utilizaban niños en manifestaciones para escupir imágenes de periodistas críticos, se espiaba desde los servicios de inteligencia, y se ejercía una sistemática presión sobre medios y comunicadores. Sin embargo, para RSF, aquello fue más “libre” que el presente.
Hoy, en la Argentina gobernada por Javier Milei, ningún periodista ha sido censurado, perseguido ni privado de publicar lo que desee. Por el contrario: todos los días se difunden críticas, falsedades y hasta insultos hacia el Presidente y su equipo, sin consecuencia alguna.
Lo único que ha cambiado es que ahora tienen respuesta. El periodismo militante acostumbrado a la impunidad discursiva, no tolera ser confrontado con datos, argumentos y réplicas desde el gobierno e incluso el propio presidente.

El caso brasileño es aún más ilustrativo de esta hipocresía. En ese país, bajo la administración de Lula da Silva, un juez llegó al extremo de prohibir la red social X (ex Twitter) y de perseguir a voces disidentes. Aun así, Brasil figura por encima de Argentina en el ranking, evidenciando que Reporteros Sin Fronteras parece ser una herramienta geopolítica para deslegitimar gobiernos que no se alinean con el progresismo global.
Si hay algo que quedó demostrado en los últimos años es que gran parte del periodismo argentino no sólo ha perdido su credibilidad, sino que hoy oficia más de actor político que de comunicador.
En este contexto, el gobierno de Javier Milei no ha restringido ninguna libertad. Lo que ha hecho es denunciar los privilegios, la doble vara y los intereses oscuros que se esconden detrás de algunos micrófonos.
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