Dos hombres de traje sentados juntos en una conferencia de prensa con fondo azul y escudos oficiales
POLÍTICA

Cumbre tibia en Buenos Aires: Schiaretti y Macri, dos jubilados en negación

El cordobés y el expresidente volvieron a verse tras años de distancia. Prometieron hablar más seguido, aunque ya no tengan mucho que ofrecer.

Juan Schiaretti viajó solo a Buenos Aires, sin comitiva ni esposa. Aterrizó en Aeroparque el viernes 11 y fue directo al centro porteño. El destino: las oficinas de Jorge Triaca, exministro de Trabajo del macrismo.

Allí lo esperaban Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto, el armador eterno. Fue un reencuentro después de tres años de distancia y recelos. La última vez que hablaron cara a cara, el dólar valía la mitad y Larreta aún soñaba con la presidencia.

El enojo de Macri venía de mayo de 2023, cuando Schiaretti negoció con Larreta sin avisarle. “Lo hizo a mis espaldas”, masculló el expresidente en privado. Desde entonces, silencio frío entre ambos, apenas interrumpido por algún llamado esporádico.

Macri no le perdonó la jugada y empujó con fuerza a Bullrich en las PASO. Aquel movimiento dinamitó cualquier acercamiento entre cordobeses y porteños. Juez, indignado, viajó a protestar y terminó perdiendo la provincia por 64 mil votos.

Dos hombres de traje sonríen y se saludan efusivamente mientras están sentados frente a micrófonos y un vaso de agua
El enojo de Macri venía de mayo de 2023, cuando Schiaretti negoció con Larreta sin avisarle | La Derecha Diario

Reencuentro sin urgencias, con aroma a retiro

Esta vez no hablaron de candidaturas, al menos no de las urgentes. Schiaretti expuso su proyecto para crear una “ancha avenida del medio”. Una propuesta sin público, pero con estética de GPS desactualizado.

Macri lo escuchó sin interrumpir demasiado, con aire de diplomático jubilado. Admitió diferencias con Milei, pero elogió su “coraje” para realizar los ajustes (que él no tuvo el valor ni la voluntad de hacer). Se mostró reflexivo, un tono que le calza perfecto desde que perdió el control del PRO.

El cordobés repasó su armado nacional, centrado en la provincia de Buenos Aires y su nueva alianza centrista. Hacemos por Argentina avanza con el frente Somos en ese distrito. Lo integran radicales, lilitos, massotistas y peronistas sin kirchnerismo ni votos o generación de entusiasmo social.

Macri metió la cuchara con una advertencia directa y, tal vez, lo único coherente que se le haya escuchado decir en mucho tiempo. “Cuidado con los intendentes peronistas, te pueden cagar a último momento”, dijo sin rodeos. El cordobés asintió, como quien escucha a un jubilado con historias del sindicato.

Dos hombres de traje se saludan cordialmente en la entrada de un edificio mientras otras personas observan al fondo
El cordobés repasó su armado nacional, centrado en la provincia de Buenos Aires | La Derecha Diario

Dos caminos separados, una política sin destino

La charla fue amable, pero cada uno sigue su rumbo en solitario, como quien avizora un final inevitable.  Schiaretti todavía duda si será candidato en Córdoba para pelear, en vano, con los libertarios. Macri, en cambio, se conforma con opinar desde la tribuna de la FIFA,  la única función activa que aún conserva.

En la provincia de Buenos Aires ya no decide casi nada. Esto quedó demostrado cuando Ritondo, Santilli y Montenegro cerraron con los libertarios y luego lo notificaron de los detalles. Macri asiente con cara de “no me avisaron”, pero ya no corta ni pincha, nadie parece tener en consideración su palabra.

Mientras tanto, debe conformarse con seguir detrás de un pacto con los Milei en CABA, con Bullrich como carta fuerte. Seguramente añora con imponer a alguien de su confianza en la boleta al Senado. Aunque con Patricia, como se intuye,  probablemente vuelva a ser testigo de una derrota en su propio distrito.

La reunión cerró con la promesa de seguir hablando, como dos retirados que ya no saben cómo paliar el olvido. No hubo alianzas ni estrategias comunes, apenas nostalgia y el deseo de no convertirse en un recuerdo. Eso sí, coincidieron en algo: ambos volverán a perder en sus distritos, y a Massa lo detestan más que a Cristina Fernández de Kirchner.

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