
La destrucción de la educación uruguaya: imposición de la agenda woke desde la cúpula
Oda a la mediocridad.
A la reciente reinstalación de la Comisión de Educación Sexual Integral (ESI), que universaliza en todo el sistema educativo nacional el enfoque epistemológico constructivista y relativista de la sexualidad, se le suman las intenciones de la directora de Primaria de destruir directamente la estructura educativa.
En un delirio sin precedentes, Gabriela Salsamendi pretende eliminar los grados escolares y el honorable sistema de abanderados por perpetuar desigualdades estructurales. Peor aún: calificó de “antidemocrático” el régimen basado en el mérito, desmereciendo su rol histórico en la escuela republicana como motor del progreso individual.
Con esta especie de cruzada revolucionaria en nombre de la inclusión y la diversidad, considerándose —en palabras de Sir Roger Scruton— los adalides del nuevo orden que corregirá las viejas injusticias infligidas contra los oprimidos, la izquierda uruguaya pisotea el patriotismo en las escuelas, la cultura del esfuerzo y los procesos naturales de aprendizaje.
La destrucción de la escuela republicana
Los fundamentos de la actual propuesta de la directora de Primaria pueden hallarse en su tesis de Maestría en Educación, Sociedad y Política (FLACSO).
El estudio de Salsamendi se centra en el efecto de la edad relativa (RAE) como un factor que genera desigualdades en el rendimiento escolar, derivadas de la organización de los grados por edad cronológica.

Argumenta que el modelo homogeneizador de aulas monogrado perjudica a los estudiantes más jóvenes de cada generación, incrementando repeticiones y afectando sus calificaciones, lo que refuerza la necesidad de una educación más inclusiva y flexible.
Hacia una escuela inclusiva y diversa
Salsamendi propone flexibilizar las estructuras escolares con modelos multigrado para adaptar la escuela a la diversidad infantil, en lugar de forzar a los niños a encajar en un sistema rígido y excluyente.
Su investigación afirma que el efecto de la edad relativa (RAE) sesga el rendimiento escolar (calificaciones y promociones), afectando la percepción de madurez y generando desigualdades.
Bajo esta lógica, el "mérito", base del sistema de abanderados, no es equitativo, resultando injusto y antidemocrático al excluir a los más jóvenes, quienes parten en desventaja por su fecha de nacimiento.
FLACSO Uruguay: el tentáculo nacional de la izquierda latinoamericana
Para comprender esta destructora iniciativa basta tener presente que Gabriela Salsamendi es coordinadora académica de una de las cuatro maestrías que dicta la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), el brazo académico de la izquierda latinoamericana.
Fundada en 1957 por iniciativa directa de la UNESCO, FLACSO se ha consolidado como la plataforma por excelencia para la difusión de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la región.

En 2006, bajo el primer gobierno de Tabaré Vázquez, con la Ley N.º 17.976, Uruguay adhirió al Acuerdo sobre FLACSO. Posteriormente, durante la administración de José Mujica en 2013, con la Ley N.º 19.108 se aprobó el acuerdo para una sede en la República.
La deconstrucción: la bandera del resentimiento wokista
El wokismo y su anhelo por demoler las estructuras, instituciones, costumbres y tradiciones que han forjado el sistema compartido de normas y valores de nuestras sociedades no surge de manera espontánea, sino que es el resultado de un proceso intelectual y académico con raíces filosóficas profundas.
La noción de deconstrucción, introducida por Heidegger en la primera mitad del siglo XX, fue reciclada por Jacques Derrida, convirtiéndose en el arma política por excelencia al servicio de la nueva izquierda, con el objetivo de subvertir los cimientos de la tradición occidental.
Las ciencias sociales al servicio de la ideología woke
En este proceso, disciplinas como sociología, antropología y estudios culturales articulan y legitiman la deconstrucción política del wokismo, cuestionando las instituciones y las categorías sociales fundamentales.
FLACSO es un ejemplo concreto de esta lógica institucionalizada: su oferta académica gira en torno al género, el cambio climático y todo lo relacionado con la agenda de derechos de Naciones Unidas.
Se trata del brazo académico del wokismo en América Latina y el Caribe, encargado de presentar a Occidente como inherentemente opresor, racista y sexista.
Sus «prestigiosas» investigaciones influyen directamente en las políticas públicas de los dieciocho Estados adheridos, entre ellos Uruguay.
Destrucción del mérito y de los valores nacionales en las escuelas
Nada bueno puede salir de FLACSO, pues promueve una visión que atenta contra los valores que hicieron grande a Occidente. En este sentido, no sorprenden las políticas que Gabriela Salsamendi, directora de Primaria y coordinadora académica de FLACSO, pretende imponer en el sistema educativo uruguayo.

Su pretensión refleja la ilusión wokista de que todos deben rendir y destacarse por igual, ignorando la diversidad natural de habilidades y capacidades de cada estudiante.
La educación que no premia el mérito termina debilitando el carácter, la autonomía y la preparación de los ciudadanos para enfrentar los desafíos de la vida y de la sociedad.
El sistema de abanderados en Uruguay no es solo una tradición escolar: cumple un rol simbólico de ciudadanía y pertenencia a la Nación. Llevar la bandera en la escuela ha sido históricamente un reconocimiento al mérito, a la responsabilidad y al compromiso con los valores patrios.
No es un simple ajuste pedagógico: forma parte de un proyecto cultural igualitarista que le arranca a las próximas generaciones los valores patrióticos que sostienen la identidad nacional, las jerarquías y la cultura del esfuerzo.
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