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Economía

La enfermedad crónica que tiene Argentina: casi 80 años de inflación y recetas monetarias que no sirven

Desde la década de 1940 Argentina padece una economía inflacionaria, con la sola excepción del Plan de Convertibilidad entre 1991 y 2001. ¿Qué es la inflación y cuáles fueron las diferentes estrategias utilizadas a lo largo de la historia argentina?

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Argentina sirve como uno de los países más paradigmáticos para explicar el fenómeno de la inflación en las economías modernas. De todos modos, es importante aclarar que la inflación como un problema crónico es una novedad de mediados del siglo XX en adelante en el país sudamericano.

A partir de la década de 1940, Argentina empezó a vivir realmente los efectos de una economía con inflación alta, y el rol del Banco Central desde entonces es clave para entender el proceso inflacionario en Argentina y en cualquier país del mundo que cometa los mismos errores.

La inflación, un fenómeno monetario

La inflación se define como el aumento sostenido del nivel de precios en un tiempo determinado, pero no solamente tiene esta consecuencia, sino que afecta también a las distintas relaciones entre ellos, desalienta el ahorro y la inversión, y empuja a la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. En una economía inflacionaria, no todos los precios aumentan al mismo tiempo ni de la misma manera.

Como se puede ver en una serie histórica argentina, la generación de oferta monetaria sin respaldo en demanda del dinero se tradujo siempre en el auge de los procesos inflacionarios argentinos. La relación entre la variación de la base monetaria y el aumento de precios es más que formidable y forman el punto de partida de cualquier explicación de este fenómeno.

Comparación entre la variación de M0 (base monetaria) y la inflación anualizada. (Elaboración propia)

Las diferencias entre cada factor son explicadas a partir del comportamiento en la demanda de dinero, el rezago de la política monetaria, y los controles de precios (a corto plazo).

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¿Qué dicen los datos?

Viendo el gráfico, podemos notar que cuando las diferencias entre el aumento indiscriminado de M0 y la inflación fueron mayores, debido controles y regulaciones del Estado (como en 1973 y 1974), las correcciones inflacionarias posteriores fueron violentas. Este episodio se conoció como "Rodrigazo", y sucedió también en 1959. Esto significó una devaluación forzada, sincerar la pérdida del poder adquisitivo y de la capacidad de ahorro.

En momentos de gran repudio hacia la moneda y una alta velocidad de circulación (las veces que el dinero circula en la economía), el ritmo de aumento de precios fue más acelerado, incluso dando lugar a dos hiperinflaciones entre 1989 y 1990.

Cuando la demanda monetaria se mantuvo más robusta, la oferta de dinero pudo ser absorbida debidamente, y sin que esto implique variaciones mayores en los precios. Este fue el caso de la década de 1990, bajo el modelo de la libre convertibilidad

Variación mensual del nivel de precios, y su comportamiento durante la Convertibilidad. (Elaboración propia)

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La Ley de Convertibilidad, implementada por el entonces super-ministro Domingo Cavallo en 1991, demostró que la especulación financiera, la puja distributiva o la concentración monopólica no son factores relevantes para predecir y explicar exitosamente la dinámica de precios. 

Con disciplina monetaria, se pudo controlar exitosamente la inflación y quedó demostrado que por 50 años Argentina tuvo alta inflación porque tuvo una irresponsable política monetaria.

Comportamiento de la emisión de dinero (base monetaria) a lo largo de la historia. (Elaboración propia)

Según las propias conclusiones de Cavallo, la inclusión de una caja de conversión (el famoso 1 a 1) sirvió como un elemento para eliminar la indexación, pero no fue el pilar del programa. El pilar se formó a partir de aceptar la circulación legal del dólar, y establecer una regla monetaria creíble y confiable.
Con la sola excepción del plan de estabilización que instrumentaron Cavallo y Menem, todos los planes orientados a eliminar la inflación argentina desde la década del ’40 resultaron en fracaso a mediano y largo plazo. 

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Hoy en día, la inflación sigue siendo inflación y las recetas para eliminarla siguen siendo las mismas. Sin embargo, la retórica kirchnerista recuerda al entonces Ministro de Economía en 1973, José Ber Gelbard, quién articuló un programa de estabilización sostenido en un intenso control de precios, tarifas y salarios, junto con una expansión monetaria muy importante. 

Sus políticas fueron las determinantes para inaugurar los tres dígitos de inflación en 1975, momento en el cual el control de precios se hacía insostenible, y el BCRA se quedaba sin reservas internacionales como para sostener el control de cambios. Toda esa política terminó con la salida del Ministro del Gobierno, y finalmente Celestino Rodrigo, ocupando ese cargo, tuvo que implementar uno de los mayores ajustes de la historia del país.

Hoy en día la situación es similar. El gobierno de Alberto Fernández apuesta a la heterodoxia, y busca contener los precios con numerosas trabas y controles, especialmente sobre las tarifas de los servicios públicos y el tipo de cambio. 

Al mismo tiempo, la variación en la base monetaria superó el 82% anual en el mes de septiembre (según el BCRA), y todo indica que el “efecto invernadero” que ejercía la cuarentena sobre los precios está en proceso de desaparecer.

Martín Guzman no parece tener una plan distinto al de Ber Gelbard y Argentina sigue sin aprender de su historia. Tal vez la única diferencia con el "Rodrigazo" sea que en esta oportunidad el país tiene el respaldo del FMI, pero el descontrol inflacionario no es algo que se pueda resolver a largo plazo a mano de regulaciones y deuda externa.


Por Germán Pérez Dalmau, para La Derecha Diario. 
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Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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