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Economía

Negociación con el FMI: el Gobierno se encuentra en la espera de recibir un primer desembolso de al menos USD 7.500 millones en marzo

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La negociación ingresó en su recta final y en algunos despachos oficiales cree que se puede cerrar el programa definitivo en los próximos días. Qué piensa el Fondo sobre el cepo y el dólar y qué número se negocia de inflación.

El Gobierno busca cerrar de forma definitiva en breve la negociación técnica con el Fondo Monetario Internacional y terminar el diseño completo del programa financiero que incidirá en las políticas económicas de los próximos tres años. El Poder Ejecutivo estima que, como mínimo, recibirá un primer desembolso en marzo, en caso de que el entendimiento sea aprobado en el Congreso y en el directorio del organismo, de USD 7.500 millones. El contenido final el acuerdo y el diseño de la estrategia política para la aprobación parlamentaria fue abordado en una reunión celebrada ayer en la Quinta de Olivos entre el Presidente Alberto Fernandez, el ministro de Economía Martín Guzmán, el titular del Banco Central, Miguel Pesce y la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra.

Las conversaciones entre los funcionarios del Ministerio de Economía y del Banco Central se encuentran en la recta final. Las negociaciones, que suceden todos los días, formatean en estas horas la letra chica que acompañará a los grandes lineamientos que ya se anunciaron hace dos semanas. Algunos funcionarios se mostraron optimistas y creen que el entendimiento definitivo podría completarse esta semana.

“Quedan varios puntos para definir todavía, pero podemos cerrar esta semana”, aseguraron desde un despacho oficial. “Algunos números más difíciles de cerrar se dejan entre corchetes y se sigue adelante con otra cosa”, graficaba un funcionario al tanto del ida y vuelta entre el staff del FMI y la Casa Rosada.

La cuenta que hacen en el oficialismo es que el primer desembolso desde Washington no será menor de cerca de USD 7.500 millones, de los cuales USD 4.500 millones irán de forma directa a las reservas del Banco Central para ensanchar el colchón de divisas de la entidad.

Otras cuestiones a definir entre la capital argentina y la norteamericana, por ejemplo, es el de las proyecciones de inflación que se harán para cada año. La pulseada todavía continúa, pero se espera que esté en un punto intermedio entre el 40% que el Gobierno marcó como pauta para la negociación paritaria y las expectativas del sector privado

El Presidente y Guzmán se reunieron hoy para ultimar detalles del acuerdo  con el FMI – InfoRegión

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La meta de acumulación de reservas, por ejemplo, fue la única de las tres metas exigibles del Fondo de la que no se conoce un objetivo dentro del programa plurianual. Lo único que ya estipulado es un incremento de USD 5.000 millones para este año. Según comentan desde el Gobierno, las metas para 2023 y 2024 dependen de otro número en negociación: cuál será la proyección de crecimiento del PBI en los próximos años. La lógica es que a mayor crecimiento, menor posibilidad de acumular divisas en el BCRA porque una expansión económica implica una demanda de dólares adicional para las importaciones, que suelen crecer ante una mejora de la actividad.

Respecto al tipo de cambio, el FMI le manifestó al Gobierno su preocupación para que no haya un atraso del dólar mayorista respecto a la inflación. A diferencia de un presupuesto convencional, este programa plurianual que se negocia con el organismo no tendrá proyecciones del valor del tipo de cambio de referencia para los próximos años.

Los controles cambiarios también fueron otro tema de conversación en las últimas semanas entre el Gobierno y el FMI. Según aseguran fuentes oficiales, los técnicos del Fondo manifestaron no estar de acuerdo con ese tipo de medidas pero le concedieron al Gobierno que coinciden en la conveniencia de mantenerlos por la frágil situación del frente cambiario.

El acuerdo final con el FMI que se cristalice en los próximos días incluirá pautas de financiamiento de otros organismos multilaterales, que girarán divisas para proyectos particulares, lo que compensaría el menor financiamiento monetario previsto para este año en el entendimiento preliminar. Esa asistencia desde el Banco Central será este año de 1% del PBI, un recorte relevante respecto al 3,7% que se registró en el 2021.

Los organismos que prestarán dólares a la Argentina para obras y proyectos serán el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina), con montos a determinar. Ese elemento, más un incremento en el volumen de licitaciones de deuda en pesos del Tesoro, alcanzarían según el equipo económico para balancear la menor emisión monetaria.

El Gobierno se apoya en que el anuncio del acuerdo con el Fondo Monetario actúe como un doble ancla: de precios y de menor volatilidad financiera. En algunos despachos eligen creer que el entendimiento con el Fondo “va a ser una señal positiva y va a provocar un ingreso de capitales”. Al respecto, estiman que el precio de los activos argentinos y las perspectivas de ciertos proyectos de economía real, como por ejemplo los mineros, responderán a una suerte de “shock de confianza”.

Economía

El mes de mayo arrancó con deflación en los precios de los alimentos y se derrumba la inflación de Massa

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Todas las mediciones privadas de alta frecuencia relevan deflación de precios sobre una amplia canasta de alimentos de consumo masivo. Las rebajas también se vieron reflejadas por descuentos, cada vez más frecuentes en las góndolas. El Gobierno erradicó el déficit fiscal y paralizó la expansión monetaria.

Los resultados de la consolidación fiscal y monetaria que está llevando a cabo el Gobierno están a la vista. Las consultoras privadas estiman deflación de precios en los principales productos de consumo masivo, de acuerdo a las mediciones para las últimas semanas de abril y los primeros días de mayo.

La medición de la consultora LCG registró una caída del 1% sobre el umbral de alimentos y bebidas relevados en supermercados al término de los últimos 7 días del mes pasado, y todo indica que se habría registrado el mismo efecto para la primera semana de este mes.

La tasa de inflación mensual para esta canasta de productos cayó a solamente el 1,4% con respecto al nivel de precios de la primera semana de abril, mientras que la variación promedio de 5 semanas retrocedió al 2,9% al cierre del mes pasado. Se produjo una drástica caída con respecto al salto inflacionario de diciembre, cuando los precios llegaron a aumentar a razón del 1% todos los días.

Incluso la tasa de inflación interanual para la canasta de precios de LCG comenzó a retroceder a partir del mes de marzo. Alcanzó un pico cercano al 280% a mediados de ese mes, para descender al 240% hacia la última semana de abril. Los registros mensuales aún no capturan esta rebaja por el efecto de arrastre estadístico de los meses pasados.

Del mismo modo, los relevamientos de Focus Market sugieren una serie de fuertes caídas en productos esenciales para el consumo a lo largo de abril: 

  • Detergente para ropa: -10.5%
  • Cremas dentales: -7.5%
  • Enlatados de pescado: -6.3%
  • Toallas femeninas: -6.2%
  • Azúcar -5.6%
  • Flanes: -4.7%
  • Café: -4.3%
  • Aceite: -4.3%
  • Desinfectantes: -4.2%
  • Papel higiénico:-3,8%

El programa económico ejecutado por el Ministro Luis Caputo desde el Gobierno nacional y Santiago Bausili desde el Banco Central está cosechando un éxito contundente. El déficit fiscal fue completamente erradicado durante el primer trimestre de 2023 (algo que no sucedía desde 2008), llegando incluso a una diferencia positiva entre los ingresos y los gastos incluyendo el pago de intereses.

Asimismo, los factores de expansión de la base monetaria lograron compensarse exitosamente con los factores de absorción (Pases y Bopreal), y en consecuencia el crecimiento de la cantidad de dinero circulando en la economía disminuyó fuertemente desde el 10 de diciembre del año pasado.

La base monetaria total se expandió un 41% desde diciembre del año pasado, la cantidad de pesos en poder del público creció un 37%, y los billetes y monedas en entidades financieras lo hizo en un 2%. En el mismo período, los precios acumularon una suba de por lo menos el 60%, con lo cual se produjo una notoria caída de la cantidad de dinero en términos reales. Asimismo, una gran parte de la expansión nominal de la base monetaria se contrarrestó con el superávit del Tesoro y las sucesivas licitaciones de pesos llevadas a cabo.

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Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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