
Se incendió uno de los barcos de la flotilla antisemita de Greta Thunberg
Los extremistas dicen que fue un dron de Túnez, pero hay versiones que fue una bengala propia
La llamada Global Sumud Flotilla, que partió de Barcelona el 1 de septiembre con el declarado objetivo de romper el bloqueo marítimo de Gaza, asegura haber sido atacada en la madrugada del 9 de septiembre. Según los organizadores, uno de sus barcos, el Family, de 33 metros de eslora, fue alcanzado por un “dron” cuando navegaba frente a las costas de Túnez.
Sin embargo, el propio gobierno tunecino negó categóricamente esa versión. En las imágenes difundidas por los activistas se aprecia un objeto en llamas cayendo sobre la embarcación, pero analistas navales apuntan que se parece mucho más a una bengala marítima —que pudo haber sido lanzada por error desde la misma flota— que al impacto de un dron armado.
La flotilla, que ha denunciado supuestos avistamientos de drones desde que estaba frente a Menorca, parece vivir en un clima de paranoia alimentado por la búsqueda constante de titulares.

La presencia de figuras mediáticas como la extremista sueca Greta Thunberg ha dado mayor visibilidad al grupo, pero también ha levantado críticas por la manera en que una campaña en apariencia “humanitaria” se mezcla con agendas políticas y narrativas claramente hostiles hacia Israel.
El contraste resulta llamativo: mientras Israel se enfrenta a la amenaza real y constante de drones y cohetes lanzados desde Gaza y Yemen —que impactan en aeropuertos, poblaciones y centros civiles—, los organizadores de la flotilla construyen un relato victimista basado en incidentes de dudosa credibilidad.
No es la primera vez que flotillas de este tipo denuncian ataques aéreos. En mayo de 2025, el barco Conscience, impulsado por la Freedom Flotilla Coalition, aseguró haber sido blanco de drones frente a Malta, sin que nunca se confirmara el episodio. En junio, otro navío, el Madleen, fue interceptado por la Marina israelí tras intentar llegar a Gaza.
El episodio actual parece seguir el mismo patrón: denuncias altisonantes, imágenes poco concluyentes y una narrativa diseñada para reforzar la idea de un supuesto “asedio” al que se enfrentarían los activistas.
Por ahora, la flotilla permanece anclada frente al turístico puerto tunecino de Sidi Bou Said, multiplicando ruedas de prensa. El viaje hacia Gaza, que ya había sufrido retrasos por tormentas y la retirada de varias embarcaciones, podría enfrentar un nuevo revés: demostrar si lo que incendió la cubierta del Family fue un ataque externo o un descuido de su propia tripulación.
Lo cierto es que, en medio de una región donde Israel combate amenazas muy reales, el episodio de la flotilla parece más una operación propagandística que un hecho de seguridad.
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