Grupo de personas posando con una placa de reconocimiento y una camiseta con el logo de ADIUC en primer plano
POLÍTICA

La UNC figura en rankings, pero no tienen exámenes por paros injustificados de gremios

Los gremios congelan exámenes y juegan partidariamente con el futuro de miles de estudiantes que pierden exámenes y clases.

La Universidad Nacional de Córdoba atraviesa una parálisis total. Sin clases ni exámenes, las actividades académicas están suspendidas por decisión sindical. Mientras tanto, el Gobierno nacional confirmó que los fondos para el funcionamiento están garantizados.

Desde el Ministerio de Capital Humano afirman que el presupuesto universitario se giró en tiempo y forma. El financiamiento operativo fue respetado y actualizado en base a las necesidades informadas por las universidades. A pesar de eso,gremios comoADIUC sostienen un paro que bloquea la continuidad del segundo cuatrimestre.

La contradicción no pasa desapercibida en la opinión pública. La UNC recibió un reconocimiento por su ubicación en el ranking QS 2025, pero no tiene clases.  El mismo día que fue distinguida en la Legislatura, seguían suspendidos los exámenes por un conflicto que ya parece político más que salarial.

Grupo de nueve personas posando en una oficina mientras una de ellas sostiene una placa de reconocimiento
Fue premiada como una de las mejores de sudamérica mientras mantiene las aulas cerradas por reclamos políticos inundados. | La Derecha Diario

Una estrategia de presión sin sustento

Desde Nación sostienen que el sistema universitario cuenta con los recursos para garantizar el funcionamiento pleno. El conflicto docente, aseguran, responde a objetivos gremiales y partidarios que poco tienen que ver con la realidad presupuestaria.  Los fondos fueron girados, pero las aulas siguen cerradas.

Los gremios docentes insisten en que no hay una “paritaria real”, aunque el Gobierno ha convocado sucesivas mesas informativas. El pedido de incrementos por fuera del marco macroeconómico actual no fue acompañado de propuestas concretas. Mientras tanto, los estudiantes continúan sin clases ni evaluaciones.

El rector John Boretto eligió un perfil bajo frente al conflicto. Evita la confrontación, pero su tibieza ante la inacción gremial es cada vez más criticado. En muchas facultades, incluso entre autoridades, crece la incomodidad por la falta de decisiones que garanticen el derecho a estudiar.

Fachada de un edificio blanco con carteles y murales, personas observando y una pancarta colgada en la ventana superior
Los paros del gremio ADIUC paralizaron la universidad en reiteradas oportunidades en lo que va del año. | La Derecha Diario

Prestigio internacional, parálisis local

La UNC fue reconocida entre las diez universidades más prestigiosas del país y entre las 800 del mundo. El premio, impulsado por el legislador Dante Rossi, fue aprobado por unanimidad en la Legislatura de Córdoba. Sin embargo, en los pasillos del Pabellón Argentina, los docentes repiten: “¿De qué sirve figurar en un ranking si no podemos dar clases?”.

La postal es clara: premios internacionales, pero puertas cerradas por presión sindical. Estudiantes frustrados, calendarios paralizados y autoridades rehenes de gremios ideologizados. La contradicción entre el prestigio simbólico y el deterioro institucional es cada vez más obscena.

Desde el Gobierno nacional remarcan que el conflicto responde a “lógicas internas del sistema universitario”. Los fondos operativos fueron girados, pero las universidades no garantizan el cumplimiento del ciclo académico. La parálisis no es presupuestaria, sino política.

Edificio moderno de la UNC con la inscripción Campus Virtual y banderas en primer plano
La UNC —histórica casa de pura excelencia académica— queda como símbolo de una contradicción: se exige más presupuesto, pero se rechaza dar clases aún con los recursos garantizados. | La Derecha Diario

Auditorias, cajas políticas y estudiantes rehenes

Mientras Javier Milei impulsa la reducción en el gasto público, sectores universitarios acusan un ajuste inexistente. La narrativa del “vaciamiento” no resiste el análisis cuando los fondos llegan y las universidades no abren ni se dejan auditar.

El discurso gremial repite consignas sobre la defensa de la universidad pública, pero abandona a los estudiantes. Los que pagan el costo de esta crisis no son los funcionarios, sino los alumnos que no pueden rendir exámenes ni avanzar en sus carreras. Es un paro que castiga a los más vulnerables.

La política universitaria hoy parece atrapada entre el silencio de sus autoridades y la intransigencia de sus gremios. La UNC —histórica casa de pura excelencia académica— queda como símbolo de una contradicción: se exige más presupuesto, pero se rechaza dar clases aún con los recursos garantizados.

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