
Senadores de Morena intensifican su activismo para controlar la elección judicial
Legisladores oficialistas promueven el voto con acordeones y propaganda para imponer jueces afines
El 1 de junio, México vivirá una inédita elección para renovar al Poder Judicial.Lejos de ser una fiesta democrática, Morena ha convertido el proceso en un operativo político para garantizar que los jueces, magistrados y ministros elegidos respondan a sus intereses.
Senadores de Morena como Gerardo Fernández Noroña, Citlalli Hernández y Nora Ruvalcaba han encabezado brigadas, mítines y campañas informativas en redes para “fomentar la participación”. En realidad, difunden listas con nombres específicos para que los ciudadanos voten por perfiles cercanos al régimen.

Las calles de varios estados ya muestran mantas con propaganda judicial. Legisladores repiten discursos sobre la “transformación de la justicia”, sin mencionar perfiles, experiencia ni independencia.
En el fondo, se busca someter al Poder Judicial y asegurar lealtades, no capacidades.
Promoción disfrazada de democracia
Acordeones, trípticos y videos con recomendaciones de voto circulan sin control, violando el principio de neutralidad. El INE ha advertido sobre estas prácticas, pero el gobierno ha ignorado las advertencias bajo el pretexto de la “libertad de expresión”.

La presidente Claudia Sheinbaum pide “transparencia”. Pero permite que su bancada use recursos públicos para manipular una elección que debería ser ciudadana.
Hablan de democracia, pero actúan con línea y control partidista.
Poder Judicial a modo
Morena busca obtener 20 millones de votos. No para democratizar, sino para legitimar el sometimiento del Poder Judicial al proyecto oficialista. Se impone así una estructura judicial subordinada al Ejecutivo, bajo una narrativa de “justicia popular” que esconde la imposición de operadores políticos.
La justicia no se elige con acordeones ni con propaganda partidista. Lo que Morena promueve no es participación ciudadana, sino un golpe blando contra la división de poderes.
El régimen ha disfrazado una operación política de ejercicio democrático. Lo que está en juego no es solo una votación, sino el futuro de la justicia en México. Ceder el Poder Judicial a intereses partidistas es renunciar al equilibrio constitucional que protege a los ciudadanos del abuso del poder.
Si el poder concentra también la justicia, lo que sigue es la impunidad total. La elección del 1 de junio no es una fiesta democrática: es el intento de una sola fuerza por ocupar todo el poder, sin contrapesos y sin vergüenza.
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