Dos personas enfrentadas con un fondo amarillo y negro y un símbolo de "VS" en el centro.
OPINIÓN

Cómo el dogmatismo de Hoppe ignora la realidad argentina y ataca a Israel sin motivo

Mientras Milei batalla contra décadas de socialismo, Hoppe dispara contra el único líder libertario real del mundo.

Hans-Hermann Hoppe fue alguna vez el referente del pensamiento anarcocapitalista más importante. Hoy, lamentablemente, parece más un jubilado ideológico que no entiende el mundo moderno ni las luchas reales por la libertad.

En su más reciente intervención durante el Mises Institute, se lanzó con todo contra Javier Milei, acusándolo de arruinar la reputación de los libertarios en el mundo. Sí, leyó bien: según Hoppe, el tipo que quiere dinamitar el Banco Central, cortar con el estatismo y recortar privilegios está dañando al movimiento...

Dice Hoppe: "Si esto es lo que él (Milei) hace, eso arruina la reputación de los Libertarios en el mundo entero".

¿En serio, Hans? ¿Un presidente que pone el cuerpo para frenar la inflación, sacar al país del barro y frenar el avance comunista es una "mala imagen"? ¿Para quién? ¿Para los que hacen seminarios en Suiza sin ensuciarse los zapatos?

Pero Hoppe va más allá. Se queja de que Milei es amigo de Trump, apoya a Israel y tiene palabras duras para Zelenski. Según él, eso es incompatible con el "verdadero libertarismo". Como si el libertarismo fuera un club de pureza moral y no un conjunto de ideas en  defensa de la libertad ante el avance del totalitarismo.

Un hombre mayor con gafas y camisa clara habla en un micrófono durante un evento, con botellas de agua sobre la mesa y un fondo con letras azules.
Hans-Hermann Hoppe. | La Derecha Diario

Dice Hoppe: "Libertarianismo significa de repente ser fan de Netanyahu, fan del payaso Zelinski y fan de Trump… Eso no es libertarismo, nos oponemos a todos ellos".

¿Nos oponemos? ¿A quiénes exactamente? ¿A todos los que tienen el coraje de enfrentar al islamismo radical, al socialismo criminal o al progresismo degenerado? ¿Y a quién propone Hoppe como modelo? ¿A la neutralidad sueca mientras te prenden fuego la ciudad?

Lo cierto es que esta crítica no tiene que ver con teoría ni con estrategia. Tiene que ver con una fijación. Hoppe no puede dejar de meter a Israel en cada discusión. Es automático.

Está tan obsesionado con su cruzada anti-Israel que hasta Walter Block —otro libertario de pura sangre— lo tuvo que salir a cruzar. Según Block, lo que realmente molesta a Hoppe no es Milei ni su política monetaria, sino su defensa firme y valiente del Estado de Israel.

Y no es la primera vez. Hoppe lleva años con este discurso antiisraelí, disfrazado de "no intervencionismo", pero que ya dejó de ser teoría para convertirse en manía. Como si apoyar a Israel —una democracia liberal que combate al terrorismo islámico y es potencia en ciencia, medicina y defensa— fuera incompatible con el ideario libertario.

Un hombre con chaqueta de cuero negro habla frente a un micrófono en un estudio con fondo azul y una botella de agua sobre la mesa.
Javier Milei, presidente de Argentina. | La Derecha Diario

Dice Hoppe: "Trump no es un libertario. Es un proteccionista y un belicista. Él envía enormes sumas de dinero a Israel para llevar a cabo una guerra".

¿Y entonces qué propone? ¿Que nos hagamos amigos de Irán? ¿Que miremos para otro lado mientras Hamás masacra civiles? ¿O simplemente que nos quedemos callados, neutrales, mirando desde el palco como si no tuviéramos nada que ver?

Hoppe además critica que Milei quiera acercarse a la OTAN. Dice que eso "no es libertario" porque implica intervención. Pero resulta que estamos hablando de Argentina, un país que fue entregado durante años al Foro de São Paulo, al chavismo y al eje castrobolivariano. Acercarse a Occidente no es opcional: es supervivencia. Y Milei lo entiende. Hoppe, evidentemente, no.

"Nuestra posición es que somos neutrales… no nos metemos con otros países". Perfecto, eso funciona si vivís en Suiza. No si sos presidente de Argentina y estás rodeado de narcos, sindicalistas, progresistas con olor a patchouli y piqueteros que viven del Estado.

Pero lo más irónico es que Hoppe se queja de que Milei no haya abolido el Estado en 100 días. Como si fuese tan fácil. Como si no existieran parlamentos, gremios, medios, ONG internacionales y burócratas. Como si Argentina fuera Liechtenstein.

"Prometió que ‘reduciría el Estado’ y eso fue suficiente para excusarlo de todo lo que hizo". Hoppe, con todo respeto: ¿qué esperaba? ¿Que Milei disolviera el Congreso, cerrará el ARCA y aboliera la moneda en una semana? ¿Y después qué? ¿Dejamos que el peronismo vuelva y estatice hasta el oxígeno?

Claro que Milei tuvo que hacer concesiones. Y claro que no todo puede hacerse de inmediato. Pero está avanzando. Está recortando gastos, bajando el déficit, cerrando ministerios. Está haciendo lo que ninguno de los liberales de salón se atrevió jamás. Y encima, lo está haciendo con 38 diputados en un Congreso infestado de parásitos.

Por último, Hoppe admite: "No negué que algunas de las cosas que hizo (Milei) eran mejoras. Pero Argentina estaba en una situación tan desastrosa que era difícil no hacer mejoras".

¡Vaya reconocimiento! Básicamente dice que si Milei hizo algo bien fue por casualidad, no por mérito. ¿Tan difícil es admitir que está haciendo historia? ¿Tanto les cuesta a los puristas del teclado aceptar que la libertad no se construye desde el púlpito, sino en la arena política, con barro hasta el cuello y enemigos en cada esquina?

En conclusión, Hoppe está equivocado. Y no sólo equivocado: está desconectado, dogmático y peligrosamente obsesionado con Israel. Su crítica no es seria, no es constructiva y no aporta nada. Solo divide, desacredita y le da munición a la izquierda que quiere ver fracasar a Milei para seguir viviendo del Estado.

Mientras Milei arriesga todo, Hoppe da cátedra desde Europa. El primero pelea. El segundo pontifica. Y esa, señores, es la diferencia entre un líder y un comentarista.

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