Fachada de un hospital municipal de ladrillo con techo de tejas y una persona sentada cerca de la entrada principal
POLÍTICA

Una cesárea expone el fracaso sanitario en La Falda generado por Javier Dieminger

El convenio con el CEM es un manotazo de ahogado que revela la improvisación municipal y del intendente en salud pública

Una cesárea programada se convertirá en la primera intervención que se realice bajo el convenio firmado entre el municipio y el Centro de Emergencias Médicas. Luego de meses sin cirugías en el hospital municipal, la medida busca disimular la parálisis que generó la falta de anestesistas en el quirófano local. El intendente radical Javier Dieminger ahora presenta como un logro lo que en realidad es la consecuencia de su propia desidia.

El acuerdo con el CEM permitirá que los vecinos sin cobertura médica accedan a cirugías programadas de obstetricia y especialidades básicas. Pero la iniciativa llega cuando la crisis sanitaria ya generó angustia en cientos de familias que quedaron a la deriva en momentos críticos. No es un avance planificado, sino un parche que intenta contener el costo político de la inacción oficial.

El municipio debió trasladar equipamiento esencial y garantizar personal propio para sostener esta modalidad, lo que evidencia la precariedad del sistema. La medida tendrá una duración inicial de tres meses, con posibilidad de renovación automática. La improvisación es tan notoria que ahora la salud pública depende de convenios transitorios, no de una gestión seria y responsable.

Fachada de un centro de emergencias médicas con una persona sentada en el borde de la vereda y árboles sin hojas en la acera
Centro de Emergencias Médicas (CEM) de La Falda | La Derecha Diario

Fondos para espectáculos, no para salud

Mientras el hospital acumulaba deudas con el personal anestesista, la municipalidad no dudaba en despilfarrar recursos en festivales millonarios. El intendente Dieminger destinó más de 100 millones de pesos a contratar bandas de renombre y montar espectáculos, ignorando que el quirófano ya estaba paralizado. La salud de los vecinos quedó relegada para privilegiar shows temporales sin impacto real en la economía local.

El contraste es brutal: mientras los contribuyentes reclamaban atención médica básica, el municipio gastaba fortunas en luces, sonido y artistas de alto cachet. La decisión dejó en evidencia una gestión más preocupada por sostener su vidriera política que por garantizar servicios esenciales. La población fue forzada a aceptar derivaciones y largas esperas, mientras los escenarios brillaban con dinero público.

Los resultados de esa estrategia también fueron un fracaso: las cifras oficiales de ocupación hotelera confirmaron una temporada muy por debajo de lo esperado. Los comerciantes locales no vieron beneficios significativos, pese a las enormes erogaciones en espectáculos. Se dilapidaron fondos que debieron destinarse a mantener en funcionamiento el único quirófano público de la región.

Hombre de cabello canoso y barba incipiente sentado en un restaurante con varias personas al fondo y una pantalla de televisión mostrando un partido de fútbol.
Javier Dieminger, intendente radical de La Falda | La Derecha Diario

Un intendente que elude responsabilidades

Desde el verano, Dieminger intentó desligarse del colapso del hospital municipal, insistiendo en que la situación sería pasajera. Sin embargo, han transcurrido meses y recién ahora se busca un atajo con un convenio que apenas maquilla la emergencia. La realidad es que la falta de pago a los anestesistas fue una decisión política, no un accidente inevitable.

El intendente radical pretende instalar la idea de que los servicios nunca se interrumpieron, cuando en verdad hubo un vacío total de atención quirúrgica en toda la zona. La ausencia de soluciones inmediatas dejó a cientos de familias dependiendo de hospitales lejanos y saturados. Esa demora no fue otra cosa que negligencia disfrazada de normalidad.

El convenio con el CEM no es una solución de fondo, sino un recurso desesperado para intentar revertir meses de abandono.  La gestión municipal transformó una obligación esencial en un negocio transitorio que sólo cubre las apariencias. Los vecinos saben que no se trata de un logro, sino de una confesión del fracaso más grave en la salud pública de La Falda.

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