Pintura de un general montado a caballo liderando a sus tropas en una batalla histórica
OPINIÓN

La misteriosa muerte de Güemes: qué pasó realmente la noche del 17 de junio de 1821

Una herida de bala, un diagnóstico incierto y diez días de agonía: la verdad tras su muerte.

Es sabido que el Gral. Martín Miguel de Güemes falleció el 17 de Junio de 1821. Las circunstancias de su muerte son dudosas y se han tejido diversas versiones, a raíz de su deceso.

La más conocida y la que más aceptación tiene es la que proporciona  el Gral. José María Paz, contemporáneo a los hechos, y quien conoció personalmente a Güemes, en sus Memorias Póstumas: “se ocupaba el general Güemes de reorganizar su gobierno, y montar de nuevo los resortes de la máquina que fuera pocos días antes desquiciada; trabajaba para ello con incesante tesón, y una noche, á mediados del año 1821, despachaba con sus escribientes en casa de su hermana, doña Magdalena Güemes. 

Estaba en perfecta vigilia; tenía su caballo ensillado, y una escolta de cincuenta hombres, que formados en la calle, descansaban con los suyos de la rienda.  Era con mucho pasada medianoche, cuando, por un negocio cualquiera, mandó á un ayudante (Refojo de apellido, si no me engaño), el cual, para evacuar la diligencia que se le encargaba, tenía que atravesar la plaza. Al llegar á ella, le dieron el ‘¿quién vive?’ y contestó naturalmente, ‘La Patria’; entonces, la partida que lo había requerido, le hizo una descarga. 

La casa de doña Magdalena Güemes apenas dista dos ó tres cuadras de la plaza, de modo que los tiros fueron perfectamente oídos. Güemes, según todo lo indica, creyó que era un movimiento interior de sus enemigos domésticos, y montando con su escolta,  se dirijió personalmente al lugar de los tiros; se hallaba á menos de media cuadra de la plaza, cuando un segundo ‘¿quien vive?’ vino á interrumpir su marcha; sobre su contestación idéntica á la que había dado el ayudante, se hizo oir otra descarga más numerosa, que obligó á ponerse en precipitada retirada, tanto á él como á la escolta; esta siguió su fuga por la calle derecha que tenía, pero Güemes, que había quedado atrás, pensando, sin duda, zafar más pronto de la ciudad y ganar la campaña, donde tenía su poder y recursos, dejando seguir á los demás, dobló una calle á su derecha, poco menos que solo. 

Desgraciadamente para él, venía por la prolongación de esa calle que dejaba á su espalda, una patrulla enemiga, la que disparó unos cuantos tiros, de los que uno lo hirió por detrás. Güemes, aunque gravemente herido, no perdió la silla, es decir, el lomillo que usaba, y se dejó conducir por el caballo hasta salir al campo. Desde allí, acompañado de tres ó cuatro hombres se dirijió á un espesísimo bosque, á distancia de diez ó doce leguas de Salta, donde murió á los seis ú ocho dias, con los ningunos auxilios que aquellos pudieron proporcionarle.

Uno de ellos fué á buscar al doctor don Antonio Castellanos, quién, á pesar de ser su enemigo personal, es de creer que emplearía todos los recursos de su arte, sin que pudiese salvarlo. Nadie lo extrañó, porque le estaba (según se decía generalmente) pronosticado por su médico y amigo, el doctor Redhead.  Conociendo este la depravación humoral del físico de Güemes, le había anunciado que cualquier herida que recibiese, le sería mortal. 

Así se explicaba esa costumbre constantemente seguida de alejarse de los campos de batalla; costumbre (cosa rara) que no lo perjudicaba entre los gauchos, porque nadie lo suponía privado de valor personal. Cualquiera que sea la exactitud de la observación del doctor Redhead, era muy recibida, y yo la creo muy natural en sus efectos”.

Pintura que muestra a un grupo de personas reunidas alrededor de un hombre herido recostado en una camilla en un paisaje árido con cactus y vegetación seca
La misteriosa muerte de Güemes: qué pasó realmente la noche del 17 de junio de 1821 | La Derecha Diario

Por otra parte,  explica el Gral. Paz la situación de la ciudad de Salta la noche en que Güemes fue emboscado por esa partida enemiga, como para entender mejor lo que había ocurrido: “Aunque el general Güemes había ocupado la capital, no había establecido en ella su gobierno ni sus oficinas. Estaba acampado fuera, y si esa noche se había detenido, era porque teniendo que despachar, podía quizá hacerlo con más comodidad. Todas sus fuerzas estaban á una legua de distancia, en dirección contraria á la que había traído el enemigo, y aún los presos políticos, estaban en el campamento. No había, pues, guardia, ni fuerza pública, ni autoridades superiores en la ciudad: estaba pronta á ser abandonada, como sucedía en todas las invasiones”.

En forma concordante con las circunstancias que Paz señalaba, con respecto a la salud del caudillo salteño, Bartolomé Mitre apunta: “El general Paz, como todos sus contemporáneos lo atestiguan, dice que Güemes nunca se presentaba en el peligro, al que lanzaba sus gauchos fanatizados, y que esto no perjudicaba al entusiasmo que su persona inspiraba a todos.  Sin embargo, el mismo general que le niega hasta el valor personal en la página 165 del tomo 1° de sus Memorias, explica más adelante en la página 55 del tomo 2°, la causa porque Güemes se mantenía siempre fuera del alcance de las balas; y era porque el Dr. Redhead (amigo suyo y de Belgrano, y conocido por una memoria que publicó sobre el aire atmosférico dedicada al último) le había pronosticado, conociendo la depravación humoral (hemofilia) del físico de Güemes, dice Paz, que cualquier herida que recibiese le sería mortal, como efecto lo fue, pues murió a consecuencia de la única herida que recibió en su vida”.

Tanto Paz como Mitre dan a entender que el caudillo salteño padecía de alguna afección física, que pudo haber sido hemofilia; o diabetes, que le impedía someterse al peligro de las luchas, enfrentamientos y entreveros que caracterizaban los combates entre los gauchos y las fuerzas realistas, en la época. Varios hasta lo acusaban de cobardía. En efecto, sus contemporáneos coincidían en que Güemes rehuía arriesgarse a ser alcanzado por las balas; y se atribuía esta prevención a que el médico particular del Gral. Manuel Belgrano, el norteamericano Dr. Joseph James Thomas Redhead, le había indicado que cualquier herida que recibiere sería fatal.

Retrato de un hombre de cabello canoso y ropa elegante sentado en una silla roja junto a un globo terráqueo y una estantería de libros
Dr. Joseph James Thomas Redhead | La Derecha Diario

El Dr. Rafael Zambrano, analizando las causas médicas que condujeron al deceso del gobernador salteño, expresa: “El general Martín Güemes murió a consecuencia de una herida de bala que penetró en la región sacro-coxígea-glútea del lado izquierdo, con orificio de salida en la región inguinal derecha y que produjo una lesión anatomopatológica pelviana de carácter gangrenoso, la cual con los medios terapéuticos de que se disponía en su época, era inevitablemente letal. La evolución transcurrida en el espacio relativamente largo de diez días no permite aceptar la intervención de ninguna concausa que hubiera abreviado notablemente ese proceso”.

Es decir, que Güemes, según el análisis de este médico, murió, luego de diez días de agonía, a raíz de una infección gangrenosa producida en la herida recibida, en el glúteo izquierdo.

Prosigue Zambrano:  “El general Güemes no ha sufrido de Hemofilia. Es sabido que esta es una enfermedad familiar que se trasmite por las ramas femeninas. En la numerosa parentela de Güemes no existe ningún caso de hemofilia.
Está consignado un hecho que permite descartar la existencia de diabetes en el paciente. El general Güemes conservó su lucidez mental hasta muy poco tiempo antes de su muerte, lo cual indica que no sufrió de coma diabético que se hubiera presentado como consecuencia de la extrema gravedad de su proceso séptico”.

Un grupo de soldados rodea a un hombre herido que yace en el suelo bajo un árbol mientras algunos caballos permanecen cerca en un ambiente de tensión y dramatismo
Muerte de Martín Miguel de Güemes - óleo de Antonio Alice (1910- Legislatura de la Provincia de Salta) | La Derecha Diario

En consecuencia,  del cuadro presentado por el paciente agonizante, médicamente se descarta que hubiera padecido, tanto hemofilia (hubiera muerto desangrado en cuestión de horas y no después de diez días), como diabetes.
La razón del deceso del héroe salteño fue claramente un cuadro de sepsis, que se originó en la herida de bala, recibida al tratar de escapar de la partida realista que lo sorprendió; y que, por el estado de la medicina de esa época (no se conocían los antibióticos ni la penicilina), su vida no pudo ser salvada. Lo que sigue envuelto en el misterio es cuál pudo haber sido la afección grave a su salud, que llevó a los médicos a prohibirle enfrentarse a situaciones de peligro, en batalla.

Por otra parte, el siempre crítico y severo general José María Paz, concluye elogiando al general Güemes, con su magnífica prosa: “Así concluyó este caudillo, que tanto dio que hacer á los españoles, y bajo cuyo mando la heroica provincia de Salta, fué un baluarte incontrastable de la República toda. Esos bravos salteños, esos gauchos desunidos, y con poquísima disciplina, resistieron victoriosamente á los aguerridos ejércitos españoles; solos, abandonados á sí mismos, sin más auxilio que su entusiasmo, combatieron con indomable denuedo, y obligaron siempre á sus orgullosos enemigos, á desocupar el territorio que solo dominaban en el punto en que materialmente ponían la planta”.

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