Ilustración de una tienda llamada Free Trade Shop con varias mujeres haciendo fila para entrar y estantes llenos de productos con etiquetas de precios
POLÍTICA

El efecto Temu: la batalla perdida contra el siglo XXI

La voz ciudadana se hace sentir gracias al Internet y rechaza el prohibicionismo.

Uruguay es un país que envejece sin aprender. Cada vez que el mundo cambia, nos atrincheramos. Como un jubilado que se pelea con el cajero automático, el Estado uruguayo insiste en luchar contra el tiempo con leyes, formularios y decretos. Y ahora, el enemigo tiene nombre chino: Temu.

En febrero llegaron unos 160.000 paquetes al país desde esa plataforma digital. Una especie de shopping global a precios de feria. Todo más barato, más rápido y sin moverse de la casa. El ciudadano votante, cansado de pagar $1.200 por una lámpara LED en la ferretería del barrio, encontró en Temu su revancha silenciosa. Y lo hizo en masa.

La reacción del gobierno del Frente Amplio —con la eficiencia de un telegrama cantado— fue convocar a la Aduana y lanzar un "paquete de medidas". ¿Para qué?, ¿Para facilitar la modernización del comercio? No. Para defender al comerciante nacional del consumidor nacional. Lo que en otras épocas llamábamos sustitución de importaciones, ahora se disfraza de "protección a las economías regionales". ¿Protección de quién? ¿Del vecino que vende termos a $2.000 mientras Temu los manda por $500 con envío gratis?

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Lo que no dice el ministro Oddone es que el proteccionismo no funciona contra internet.

Uno puede frenar camiones en la frontera. Pero no puede frenar el deseo. Y hoy el deseo tiene forma de app. El consumidor uruguayo —ese sujeto que históricamente ha sido tratado como un pecador por comprar "afuera"— ha descubierto que no necesita ni a la tienda de 18 de Julio ni al free shop. Le basta solo con hacer un clic.

Por supuesto que hay impacto sobre el pequeño comercio. Y por supuesto que hay que pensar en formas inteligentes de reconversión. Pero la respuesta no puede ser cerrar la ventana al mundo para obligarnos a comprar lo mismo, más caro, en nombre del nacionalismo económico.

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Uruguay necesita abrazar la libertad, no asustarse de ella. Si los chinos venden barato, compitamos con ingenio. Que las tiendas uruguayas vendan mejor, más rápido, con diseño, con valor agregado. Prohibir, castigar y limitar, es declarar la guerra a los consumidores en nombre de un modelo agotado.

El "efecto Temu" no es un problema: es un síntoma. Un síntoma de que el país oficial va detrás del país real, y de que seguimos creyendo que se puede gobernar el siglo XXI con herramientas del siglo XX. Si Temu ganó, no fue por trampa. Fue porque los demás no jugaban.

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