Un equipo periodístico brasileño logró entrar en el corazón del trópico de Cochabamba. Allí se ubica el refugio del exdictador Evo Morales, rodeado por sus seguidores. El reportaje fue difundido por la red Record de Brasil el domingo pasado.
Las imágenes mostraron a Morales atrincherado en la localidad de Lauca Ñ, dentro del municipio de Shinahota. La seguridad que lo protege está armada y organizada, portan lanzas y escudos improvisados.
Los periodistas atravesaron al menos tres controles antes de llegar hastaMorales. Cada anillo de seguridad está compuesto por militantes que hacen turnos de vigilancia. Los accesos están estrictamente restringidos a personas de confianza.
En el ingreso a su cuartel se lee el siguiente cartel “Estado Mayor del Pueblo”. El edificio pertenece a las federaciones cocaleras del Chapare.
El documental mostró a Morales dando una entrevista en su oficina. El lugar está decorado con banderas y fotografías de su época como presidente.
Morales denunció una vez más su inhabilitación política. Aseguró que fue despojado ilegalmente de la sigla del MAS. También pidió el respaldo de Lula da Silva para volver al poder.
Según el medio brasileño, unas 3.000 personas cuidan al líder cocalero. Portan armamento artesanal hecho con restos de turriles y palos. Cumplen horarios, reglas y rotaciones de guardia.
La denuncia contra Morales está vinculada a una presunta relación con una menor. El caso es por trata de personas agravada y estupro. La Policía no ha podido ejecutar el mandamiento judicial en su contra.
Sus seguidores impiden el ingreso de cualquier fuerza estatal. El Chapare, según denuncias, se ha vuelto un territorio autónomo.
En este marco, el diputado Alberto Astorga calificó al Chapare como “tierra de nadie”. Aseguró que allí se esconden sicarios y narcotraficantes. Criticó la falta de acción del Gobierno nacional.
Además, el parlamentario dijo que Morales tiene el control absoluto de la zona. Planteó una intervención militar futura para recuperar el lugar.
Hace unos días el evismo apuntó contra exautoridades y militares activos. Los responsabilizaron de planear un operativo contra Morales e indicaron que hay infiltrados en Umopar. Mencionaron al exministro Hugo Moldiz y al ministro de Defensa, Edmundo Novillo.
Maicol Rojas, dirigente intercultural, lanzó amenazas públicas. Dijo tener identificados a los militares que intentan detener a Morales. Aseguró que conocen sus movimientos y domicilios.
Acusó al Ejército de coordinar acciones encubiertas. Las organizaciones anunciaron mayor vigilancia en el Chapare.
Gastón Ledezma, de la Federación Carrasco Tropical, advirtió represalias. Acusó a políticos y militares de querer neutralizar al exdictador.
Señaló un complot para debilitar su liderazgo rumbo a las elecciones. Anunció que no permitirán ningún tipo de atentado. Reiteró que el pueblo defenderá a su “hermano Evo”.
Los evistas denunciaron que los intentos de captura son parte de un plan político. Aseguran que buscan impedir la candidatura de Morales.
Las imágenes del documental brasileño refuerzan estas preocupaciones. El acceso al líder se ha vuelto casi imposible para medios nacionales. Morales vive en un búnker con custodia civil leal.
Morales teme ser capturado
Han reforzado sus medidas de seguridad | La Derecha Diario
El periodista solo pudo entrevistarlo con ayuda de un colaborador interno. Así fue posible ingresar al edificio que ahora llaman fortaleza.
Bloomberg fue el primer medio internacional que logró algo similar. Su reportaje también mostró los estrictos controles en la zona.
Las coincidencias entre ambos documentales son claras. Hay una estructura de defensa organizada, persistente y decidida. La figura de Morales permanece blindada por sus bases.
Desde el entorno de Morales no hay señales de retroceso. Al contrario, se fortalece el relato del líder perseguido.
El exdictador se victimiza constantemente ante la comunidad internacional. Busca apoyo externo mientras en Bolivia enfrenta el rechazo institucional. El Chapare, sigue siendo su único escudo.
Los grupos que lo protegen mantienen el control territorial de una región estratégica. Allí la ley boliviana no tiene presencia efectiva.
La Policía ha sido desplazada por fuerzas sindicales. Y el poder del Estado, reemplazado por la lealtad a un caudillo.
Las acusaciones contra Morales no han detenido sus actividades políticas. Lo que sucede en Lauca Ñ refleja una fractura profunda. Y muestra que, en Bolivia, hay zonas donde la ley ya no manda.
Este atrincheramiento casi paramilitar alrededor de Evo Morales refleja su desesperación por eludir la justicia. También evidencia una peligrosa normalización de la violencia como mecanismo de poder.
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