
Caos en Córdoba: Passerini apostó a una gestión tibia y le estallaron los conflictos
Passerini evitó enfrentar los problemas, postergó decisiones clave y ahora los vecinos pagan todas las consecuencias.
Desde que asumió, Passerini mostró una tibieza inusitada, que en los hechos significó ceder, no ajustar y dejar que los problemas crezcan. Mientras el país cambiaba y el presidente decía “no hay plata”, el municipio seguía agrandando su planta política y funcionando en automático. Hoy esa procrastinación se paga con una ciudad desbordada, cara y paralizada.
Passerini no aprovechó el viento político a favor de 2024 para reordenar el municipio y poner límites. El momento de barajar y dar de nuevo pasó, y lo que no hizo entonces, lo enfrenta todo junto ahora. Los conflictos que evitó por cálculo hoy se volvieron incontrolables.

Sueldos heredados, gremios desbocados
Passerini optó por pagar las paritarias acordadas por la gestión anterior sin chistar. En lugar de rediscutir, firmó. El resultado: el Suoem volvió a pedir una suba similar y el municipio, sin fondos, no puede responder.
La caída de la recaudación por tasas impagables, y la expulsión de empresas unicornio como Mercado Libre, hoy se pagan caro. El kirchnerista Passerini hoy no tiene margen para nuevos acuerdos ni poder para negociar. El conflicto que se evitó, se duplicó.
Gobernar no es firmar cheques heredados, es tomar decisiones responsables fiscalmente cuando hace falta. El improvisado intendente eligió agradar a todos, pero se quedó sin respaldo político ni caja.

Transporte colapsado, subsidios desbordados
El sistema de colectivos se lleva $11 mil millones por mes y el servicio sigue siendo deficiente. La plata no alcanza ni para cubrir lo que se recauda. La mitad de las unidades están en mal estado y los vecinos pagan con su tiempo y su bolsillo.
En lugar de licitar, el inoperante Passerini prorrogó de hecho a SiBus y FAM, y cargó sobre el Estado municipal sueldos, cargas y hasta alquileres de unidades obsoletas. No hay empresa, solo gasto.
El municipio paga por colectivos que no andan y por choferes que no alcanzan. Es un sistema que consume recursos, pero no brinda soluciones. Otra bomba que se dejó activada.

Basura cara, calles sucias
La recolección de residuos consume el 20% del Presupuesto municipal y la ciudad sigue llena de bolsas en cada esquina. Hay tres empresas concesionadas y 1.600 agentes del COyS. Sin embargo, los cordobeses no ven reflejado en las calles lo que pagan en tasas.
El gremio del Surrbac logró aumentos muy por encima de la inflación en 2024. Este año volvió a pedir lo mismo, pero la plata ya no está. Se sumaron deudas a la ex-Afip, a la mutual y a la obra social.
La ciudad está sucia, los contratos vencen y nadie se anima a revisar lo que no funciona. Passerini prefirió no discutir con los gremios. Ahora, el servicio colapsa y el costo se multiplica.

Servicios estratégicos sin planificación
Aguas Cordobesas tiene contrato hasta 2027, pero ya no hay tiempo para una licitación seria. No hay pliego, ni estrategia, ni discusión pública. Otro parche más de la gestión inoperante del intendente filokirchnerista.
El intendente tampoco impulsó ningún rediseño estructural del servicio. La red envejece, el mantenimiento es escaso y el costo para el usuario sigue alto. Otra oportunidad perdida.
Lo que podría haberse iniciado en 2024, hoy ya está fuera de tiempo. Se postergó lo urgente, y ahora la ciudad paga las consecuencias de no haber arrancado a tiempo.

Apps de transporte: lo que no se quiso tocar
Uber, Didi y Cabify crecieron por la ineficiencia del transporte público, pero el municipio decidió ignorarlos y perseguirlos constantemente. El fallo del TSJ ordenaba hacerlo desde 2019. Passerini dejó pasar la oportunidad y ahora decidió hacerlo persiguiendo choferes, y restringiendo la actividad en desmedro de 15.000 puestos de trabajo.
Recién ahora el municipio reactiva el debate, empujado por protestas de ambos lados. Otra vez, no se anticipó nada y todo estalla en simultáneo. El problema no era nuevo y ahora le explota en la cara.
En vez de ordenar el sistema, se eligió no “pisar callos”. Pero gestionar sin molestar a nadie es dejar que la ciudad se autodestruya. Y eso es lo que hoy ocurre gracias al kirchnerista, Daniel Passerini.
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