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Economía

Estados Unidos en plena corrida bancaria: Tras la quiebra del SVB, colapsó el First Republic Bank y cerró el Signature Bank

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Las pésimas decisiones económicas de Biden finalmente tienen sus consecuencias. La Reserva Federal se vio obligada a subir las tasas para contener la inflación y el mercado sufre la peor crisis desde 2008.

La corrida bancaria que arrancó la semana pasada se profundiza en Estados Unidos y da indicios de que la crisis recién comienza. En la apertura de la plaza de Wall Street este lunes, el First Republic Bank sufrió un violento colapso bursátil del 67%, por lo que la institución se vio obligada a suspender su negociación de títulos en el mercado.

Si bien el banco había anunciado una expansión de hasta 70.000 millones de dólares en liquidez automáticamente disponible para afrontar posibles retiros, los ahorristas emprendieron una corrida que terminó por desestabilizar las posibilidades del banco.

Imágenes se viralizaron en redes sociales de las largas filas de ahorristas que intentaban sacar sus depósitos de la sede del First Republic Bank en Brentwood, Los Ángeles, que tiene un depósito mínimo de US$ 250.000 dólares, por lo que no es solo la clase media la que está sufriendo esta corrida.

Se trata de la segunda gran institución bancaria en caer desde el colapso del Silicon Valley Bank durante el viernes pasado, pero no fue la última.

Otro importante banco, el Signature Bank, no pudo afrontar la retirada de depósitos en tiempo récord este lunes y fue inmediatamente cerrado e intervenido por el ente regulador financiero de Nueva York.

La institución bancaria se vio afectada por la rápida caída en el precio de los activos digitales, entre ellos el Bitcoin y otras criptomonedas

Se teme que el alza de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal termine por dejar en descubierto las vulnerabilidades del sistema bancario, después de casi tres años de exceso de liquidez, tasas prácticamente nulas y encajes legales apostados en el 0% que Biden mantuvo a pesar de que la pandemia ya había terminado.

El presidente Joe Biden, que se jactaba de la "economía más pujante de la historia", ahora se ve obligado a lidiar con las consecuencias financieras de los estímulos fiscales desplegados por su propia administración desde su llegada al poder.

Si bien la Reserva Federal impulsó una masiva emisión monetaria durante el año 2020, para contrarrestar los efectos recesivos externos de una pandemia, desde su asunción en enero del 2021, el presidente demócrata dio la orden de mantener los altos niveles de gasto público y toma de deuda.

Esto obligó a la banca central de los Estados Unidos, cuya independencia quedó severamente comprometida con la designación como Secretaria del Tesoro de la Casa Blanca de Janet Yellen, a mantener ridículos niveles de emisión a lo largo de todo el 2021 y el 2022.

La robusta economía que dejó Trump en 2020 podría haber sobrevivido la bola monetaria que dejó la pandemia, especialmente si se hubiera ejecutado el Presupuesto 2021 que había enviado Trump al Congreso, que tenía una masiva reducción del gasto público. Sin embargo, aquél presupuesto nunca vio la luz del día tras su derrota electoral y en su lugar se aprobaron nuevas leyes de gasto público promovidas por el Partido Demócrata.

Biden dio la cara esta lunes por primera vez desde que empezó la corrida. Sin embargo, habló de cómo el país está preparado para cualquier crisis y abandonó la conferencia de prensa cuando los periodistas le empezaron a preguntar por el colapso de los tres importantes bancos.

Crisis financiera y corrida bancaria: ¿Un nuevo 2008?

Las acciones bancarias reflejaron el clima de incertidumbre en la economía más importante del mundo, que recuerda a muchos la crisis del 2008, también iniciada tras un proceso de suba de tasas para compensar la política de intereses bajos que impulsó el gobierno de Bush durante las guerras en Medio Oriente.

El lunes vio un violento revés bursátil que llevó a muchas empresas a detener sus operaciones en la bolsa. El índice bancario KBW se desplomó hasta un 13,5% en la apertura del día, y ya es la caída más violenta observada desde septiembre de 2020 para un valor diario, aunque sacando a la pandemia, habría que irse a 2008 para encontrar una caída tan pronunciada de la bolsa.

El índice KBW acumula una fuerte retracción de hasta el 21,65% desde el 8 de marzo, marcando una de las semanas más negras de la historia de Wall Street. El sistema financiero se encuentra delicadamente expuesto ante la corrida contra los depósitos y las decisiones de endurecimiento en la política monetaria. 

La FED liderada por Jerome Powell anunció recientemente un nuevo aumento de tasas de interés, pero frente a los resultados sobre el sistema financiero abrió nuevas líneas de crédito y rescate para las instituciones afectadas.

La Junta de Gobernadores de la institución centralizada resolvió crear un fondo de garantía para depósitos, a fin de rescatar a los usuarios damnificados por el colapso de Silicon Valley y el Signature Bank, y aprobó una línea de crédito flexible para el First Republic. Estas políticas son monetariamente expansivas, y conforman la primera reversión en la hoja de balance de la autoridad monetaria.

Economía

El Presidente Biden anunció una nueva guerra comercial contra China: Se establecieron aranceles de entre el 25% y el 100%

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Biden desató una agresiva impronta arancelaria contra China como no se veía desde el año 2019. Se espera una pronta respuesta arancelaria por parte del régimen de Xi Jinping, desatando así una nueva guerra comercial que repercutirá a nivel global.

En medio de la campaña electoral, y viéndose superado por las principales encuestas frente a su contrincante republicano Donald Trump, el Presidente Joe Biden anunció una oleada de represalias arancelarias en contra de las importaciones provenientes de China, muchas de las cuales afectan a sectores especialmente dinámicos y competitivos.

Biden tomó la decisión de establecer recargos drásticamente más elevados en comparación a los que había establecido su predecesor entre 2018 y 2019, pero con una lógica sustancialmente diferente: esta vez se pretende articular una protección de carácter permanente, y los aranceles ya no se ven inmiscuidos como una mera regla de negociación para que China profundice la desregulación sobre su mercado de divisas.

El Presidente Biden anunció una impronta abiertamente proteccionista, y los principales damnificados de esta política serán los propios consumidores estadounidenses que deberán enfrentarse a precios y costos más elevados. Se anunciaron las siguientes disposiciones contra las importaciones chinas:

  • Arancel del 25% sobre el acero y el aluminio
  • Arancel del 50% sobre semiconductores y paneles solares
  • Arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos

Los aranceles anunciados protegerán a la industria estadounidense frente a la competencia china, en detrimento de la calidad de sus productos y del poder adquisitivo de los consumidores locales. Muchas enfrentas enfrentarán un gran aumento de costos que sin lugar a dudas será trasladado al bolsillo del consumidor.

También constituye un fuerte desaliento para la inversión extranjera directa de largo plazo, ya que la constante alteración de las reglas de juego generan un clima de inestabilidad que hace imposible la previsión.

Pero incluso a pesar de los evidentes daños generados para los consumidores, los beneficios para la industria estadounidense podrían verse diluídos rápidamente, tan pronto como aparecieron en primer lugar.

Dado el gran tamaño de la economía estadounidense, resulta factible que la aplicación de aranceles puntales revitalicen frente a su par asiático. Sin embargo, es casi un hecho el régimen chino adoptará medidas arancelarias de represalia en la dirección opuesta, desatando una nueva y agresiva guerra comercial.

En caso de que esto ocurra, y con toda seguridad resulta el escenario más probable, entonces quedarían erradicadas todas las ganancias de competitividad que pudiera tener Estados Unidos frente a China. 

El resultado de equilibrio podría traer aparejado un nivel más alto de precios internos tanto en China como en Estados Unidos, pero ninguna ganancia de competitividad para ninguno de los dos países debido a que la relación entre aranceles permanecería relativamente constante.

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Economía

Colapsa la inflación a un dígito: La suba de precios fue de 8,8% mientras que la núcleo fue de 6,3%, lo valores más bajos en casi un año

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La mayor parte de los aumentos se observaron en los bienes y servicios regulados, como resultado de una necesaria corrección de precios relativos que había postergado el Gobierno anterior.

El INDEC informó que la tasa de inflación minorista correspondiente al mes de abril finalizó en torno al 8,8% con respecto a marzo, marcando así el cuarto descenso consecutivo de la variación de precios. La cifra anunciada se encontró en línea con lo esperado por la mayoría de las consultoras privadas del país.

La tasa de inflación interanual alcanzó el 289,4% frente al mismo mes del año pasado, y se espera que pueda comenzar a bajar a partir del dato del mes de mayo debido al efecto de arrastre estadístico que se acumula desde el salto de diciembre.

La variación mensual más importante se registró sobre las tarifas de servicios públicos, como parte de una necesaria corrección de precios relativos. Los precios de la vivienda y los servicios de agua, electricidad, gas y combustibles aumentaron en un promedio de 35,6% en abril, más de cuatro veces la tasa de inflación general del mes.

Asimismo, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas subió en un promedio del 6%, por debajo de la inflación general. Esto anticipa una cierta recomposición de ingresos, que ya habría comenzado en febrero según los datos de remuneraciones aglutinados en el SIPA.

La tasa de inflación para aquellos bienes y servicios estrictamente regulados fue del 18,4%, como resultado del proceso de sinceramiento que se atraviesa desde el 10 de diciembre. El verdadero resultado de la política fiscal y monetaria se corresponde con el fuerte descenso de la inflación núcleo, que fue del 6,3% en abril y se anotó la variación más baja en 15 meses

La tasa de inflación núcleo, que elimina el impacto de los precios de las tarifas públicas y los bienes con comportamiento estacional, había alcanzado el 28,3% al cierre de diciembre, y desde enero comenzó un fuerte proceso de reducción a la par del ajuste fiscal y monetario.

Asimismo, los precios mayoristas relevados en el IPIM del INDEC llegaron a aumentar hasta un 54,3% en diciembre (prácticamente una hiperinflación de manual), y esta variación se redujo drásticamente 5,4% al término de marzo

La política económica que lleva adelante el oficialismo impactó primero en el tipo de cambio, más tarde en los precios mayoristas y luego en los minoristas. Se espera que el último eslabón en reaccionar a la desinflación sean precisamente los salarios, con lo cual podría registrarse un proceso de recomposición en el poder de compra conforme baje la inflación en los próximos meses.

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Economía

El Banco Central encontró pérdidas adicionales por US$ 45.000 millones de dólares que el kirchnerismo había dejado escondidas

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Se trata de la valuación de las Letras Intransferibles deliberadamente encajadas al Tesoro computando valores ficticios y artificiales, una maniobra iniciada durante la gestión del expresidente Kirchner pero que profundizó Massa en su paso como Ministro de Economía. 

Tras años de maquillaje en las estadísticas del Banco Central, el presidente Santiago Bausili al frente de la institución decidió llevar a cabo un sinceramiento monetario para mostrar el verdadero resultado del balance según las normas contables vigentes.

De acuerdo a las correcciones exhaustivas llevadas a cabo, el BCRA sumó un quebranto a su balance de por lo menos US$ 45.000 millones como resultado de las pésimas administraciones kirchneristas en los últimos 20 años.

Este resultado se debe a la valuación de las Letras Intransferibles que el Tesoro utilizó para hacerse de las divisas en el BCRA en la gestión del expresidente Néstor Kirchner, práctica que se continuó desde el año 2007.

Estos instrumentos se utilizaron para canjear deliberadamente las reservas del Central a cambio de un papel sin mayor importancia y meramente ceremonial en los asientos contables, una práctica que impulsó el entonces ministro de Economía Sergio Massa a todo vapor.

“El principal impacto de esta adecuación se observa en los criterios de valuación de las Letras Intransferibles y Otras Letras del Tesoro Nacional en dólares estadounidenses, así como de los Adelantos Transitorios al Gobierno Nacional”, resalta el comunicado de la autoridad monetaria.

Se calcula que la verdadera valuación de las Letras Intransferibles es hasta un 60% inferior al resultado que hasta ahora se contemplaba en la hoja de balance del BCRA, y como resultado se obtiene el “costo de sinceramiento” por la suma equivalente a los US$ 45.000 millones de dólares respectivamente.

Asimismo, la administración de Bausili dispuso de un nuevo cambio en el funcionamiento de la institución y su comportamiento con respecto al Tesoro: se detendrá abruptamente el envío de transferencias de utilidades al Tesoro Nacional, ya que estas simplemente constituían un artilugio contable que escondía la monetización del déficit fiscal.

Lo que ocurría anteriormente es que el Banco Central reportaba supuestas “ganancias” por la mera tenencia de divisas en su poder, ya que estas se veían revaluadas en pesos con cada devaluación ejecutada sobre el cambio oficial. Pero estas ganancias fueron meramente contables, jamás existieron y no se explicaron por la propia operativa del banco.

Desde el 10 de diciembre del año pasado el BCRA también abortó cualquier tipo de transferencia por concepto de Adelantos Transitorios, la principal fuente de monetización fiscal por vía directa. Son pasos necesarios para 

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