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Economía

El FMI volvió a salvar al Gobierno kirchnerista: Aprobó la cuarta revisión del acuerdo y liberó un giro de hasta US$ 5.400 millones

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El organismo de crédito multilateral resolvió nuevamente flexibilizar todas y cada una de las metas del acuerdo, a fin de facilitar el cumplimiento del Gobierno kirchnerista. Aún así, demandó un ajuste más rápido en tarifas públicas y mayor flexibilidad cambiaria.

El Directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) resolvió una nueva flexibilización del acuerdo con Argentina, la cuarta desde enero de 2022 y la segunda solamente en los primeros tres meses de 2023. El Gobierno kirchnerista volvió a ser auxiliado para que pueda cumplir con las metas trimestrales y evitar el que podría ser un dramático default.

En virtud del impacto de la sequía sobre la acumulación de divisas (en un contexto de estrictos controles cambiarios), el Fondo decidió prácticamente obviar la meta de reservas correspondiente al primer trimestre del año, que sufrió un diferencial de más de 5.000 millones de dólares entre la exigencia y lo que efectivamente acumuló el BCRA en concepto de reservas netas.

Con esta nueva revisión, el Fondo aprobó girar de manera automática el monto de 4.000 millones de DEGs (equivalentes a 5.400 millones de dólares). El BCRA retuvo una acreencia ligeramente positiva en el nivel de reservas netas, pero la disponibilidad de liquidez sigue siendo negativa (estimada en -4.600 millones de dólares) y la diferencia se cubre con el uso de encajes que respaldan depósitos. Los desembolsos totales en virtud del acuerdo se elevan hasta los US$ 28.900 millones según precisó el organismo.

Las exigencias del FMI para aprobar la cuarta revisión del acuerdo

Ajuste fiscal y déficit primario

El FMI reiteró que el eje del acuerdo sigue siendo el ordenamiento gradualista del déficit fiscal, una herramienta que pretende funcionar como un “ancla” para la inflación pero que verdaderamente no tiene mayores efectos por la excesiva laxitud negociada.

Se confirmó la meta de déficit primario en torno al 1,9% del PBI para fin de año, sin ningún cambio. El Fondo Monetario mantiene este objetivo como una pauta innegociable para garantizar un mínimo nivel de cumplimiento, después de todas las concesiones ya permitidas desde el año pasado. 

En este sentido, el Fondo exigió acelerar el ritmo del ajuste fiscal sobre los subsidios a las tarifas públicas, especialmente las vinculadas al sector energético. Se debe considerar que el atraso tarifario en las boletas de electricidad acumuló casi un 44% en la presidencia de Alberto Fernández, y en el caso del transporte público la caída de la tarifa real superó el 56%. 

“Lograr el objetivo de déficit fiscal primario del 1,9 % del PIB para 2023 sigue siendo esencial para respaldar la desinflación y la acumulación de reservas, aliviar las presiones financieras y fortalecer la sostenibilidad de la deuda”, anunció el FMI. 

Tasas de interés reales positivas

El Fondo instó al Gobierno a continuar con la elevación de las tasas de interés de referencia para el mercado financiero, a fin de incentivar el atesoramiento en instrumentos denominados en pesos en lugar de alentar activamente la huida hacia el dólar. A la fecha, la tasa mínima para depósitos a plazo fijo fue determinada en el 78% nominal anual, de la misma manera que la tasa aplicada para las Leliq.

Pero en el marco de un Banco Central virtualmente desbalanceado y con una importante remuneración de pasivos, realmente no resulta claro que aumentar las tasa de interés conlleve a reducir la inflación (sino más bien lo contrario por el aumento del déficit cuasi-fiscal). 

El pago de intereses por Leliq y Pases ya representa la principal fuente explicativa para la expansión de la base monetaria cada mes, y se estima que los pagos a estos efectos sólo tardan 5 meses en generar una nueva base monetaria.

Mercado cambiario

El Fondo Monetario exigió una mayor flexibilización del mercado cambiario. Instó al Gobierno a flexibilizar la cantidad de transacciones permitidas a través de las paridades cambiarias alternativas y legales (como el CCL o el dólar MEP).

En este sentido, se exigió un mayor ritmo de devaluación sobre el tipo de cambio oficial, una paridad que resulta lisa y llanamente insostenible, y que mantiene una brecha fluctuante entre el 80% y el 100% con respecto al dólar en el mercado paralelo. La mayor devaluación oficial podría aminorar el impacto de la salida de divisas, pero al verse atenuada la represión financiera obligaría al Gobierno kirchnerista a sincerar cada vez más el nivel de precios.

También se estipuló la necesidad de una menor intervención oficial sobre los mercados financieros del dólar, porque es un objetivo abiertamente contrario a la acumulación de reservas que exige el acuerdo. En la negativa por un mayor ajuste fiscal, el Gobierno se queda sin ningún tipo de ancla nominal para disciplinar los precios.

Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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