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Economía

¿Por qué son un problema las Leliq? La bomba en el Banco Central que parece incompresible para Patricia Bullrich

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Ni Bullrich ni Melconian ofrecieron un plan contundente para atacar al problema de los pasivos remunerados en el Banco Central, un problema que se sigue acumulando y tiene el potencial de precipitar un estallido hiperinflacionario en muy poco tiempo.

Los pasivos remunerados del Banco Central, la deuda que todos los meses devenga una creciente carga de intereses y genera el “déficit cuasi-fiscal”, actualmente alcanza a representar hasta el 327% de la base monetaria y superando los 11 puntos del PBI. El pago mensual por intereses supera el 5% del PBI, y se encuentra en los valores más altos desde 1989.

Asimismo, la relación entre la base monetaria y la deuda del BCRA es la más alta de la historia, nunca antes se había registrado algo similar. Ni siquiera durante la antesala de la hiperinflación entre 1988 y 1989 se llegó a una relación tan peligrosa sobre estos instrumentos.

Y este problema constituye el talón de aquiles en el programa económico de Juntos por el Cambio y Patricia Bullrich. Su equipo de economistas no ofrecen ninguna solución concreta para sobrellevar el drama que generan las Leliq, tan solo se apuesta a la vaga esperanza de que un eventual repunte de la demanda de pesos pueda llegar a compensar el impacto del déficit cuasi-fiscal. 

Bullrich se mostró completamente desorientada cuando fue interpelada por el drama de la bomba de las Leliq, absorta de la realidad. No solamente demostró no tener ni el menor conocimiento sobre el asunto, sino que además intentó aparentar lo contrario refiriéndose torpemente al dólar Contado con Liquidación (CCL) como si tuviera algo que ver. 

La candidata de Juntos por el Cambio sólo consiguió dejar en evidencia que no cuenta con los conocimientos necesarios como para explicar un plan de estabilización concreto para bajar la inflación. De la misma manera, en el equipo de Sergio Massa tampoco se ofrece una solución concreta. 

El único candidato que se pronunció abiertamente al respecto de las Leliq fue Javier Milei. Milei ofrece canjear esta deuda del BCRA como parte de una operación financiera para liquidar la institución, y dar paso a la circulación del dólar para todo tipo de transacciones.

Todos los problemas que generan los pasivos remunerados

Las Leliq nacieron como sucesoras de las Lebac, como parte de una serie de instrumentos que utiliza el Banco Central para tratar de regular el exceso de liquidez que hay en el sistema como resultado de la masiva e irresponsable impresión de pesos sin respaldo en divisas o en demanda genuina.

Su principal función es retirar pesos en circulación, ofreciendo a cambio un interés superior al que devenga cualquier inversión en el país para el plazo de una semana. Esto se hace para que el exceso de pesos en circulación (que nadie quiere) no termine repudiado a través de la huida hacia el dólar, lo cual en última instancia sólo aceleraría aún más la velocidad de circulación del dinero.

Con el desarme de las Lelac y su reemplazo por las actuales Leliq, el BCRA consiguió que el monopolio de los tenedores de estos instrumentos fueran los bancos, en lugar de agentes privados. Esto se hizo para llevar a cabo un mayor control exhaustivo por parte del Estado. Y es que uno de los principales problemas que genera este sistema es la eventual estatización de la captación de crédito en la economía

El mercado de capitales argentino es extremadamente pequeño incluso en comparación con los países de la región, pero aún de este monto ya reducido, la mayor parte de los préstamos bancarios se destinan a financiar al Estado a través de la compra de Leliq. El crédito en pesos para el sector privado tan solo representa el 6% del PBI, mínimo histórico desde el año 2002 y una cifra visceralmente baja en comparación con los países vecinos.

En cualquier país normal los bancos actúan como intermediarios entre los préstamos y los depósitos. Su aporte en la generación de valor consiste en los servicios de consultoría y evaluación de riesgo que ofrecen a sus clientes, eligiendo cuidadosamente a quién se les presta, cuánto se les presta, por cuánto tiempo y a qué tasa. Esto implica una ardua tarea de evaluación de proyectos.

Pero en Argentina nada de esto ocurre, no es necesario, porque con las tasas que pagan las Leliq, existen cada vez menos incentivos para financiar proyectos en el sector privado. Los bancos se convirtieron en agencias dependientes del BCRA. Y dada la agresiva regulación sobre las tasas activas y pasivas en el sistema, el verdadero negocio de los bancos consiste en adecuarse a la regulación del BCRA para sacar el mayor provecho posible y no en evaluar proyectos del sector privado.

El segundo problema de las Leliq es que generan un comportamiento anómalo para la política monetaria argentina, a diferencia de la mayor parte de los países del mundo. En una economía normal, cuando el Banco Central sube las tasas de interés esto generalmente conduce a una menor inflación porque se produce un efecto contagio sobre todas las tasas de la economía, dando incentivos para reducir la circulación de dinero para aprovechar la rentabilidad de plazos fijos u otros instrumentos. En Argentina esto no ocurre exactamente así.

El tamaño desproporcionado de los pasivos remunerados de Argentina conduce a que, con cada nuevo aumento de la tasa de interés, la bomba de pasivos no haga más que aumentar. Esto se debe a que los intereses que pagan estos instrumentos se financian con emisión monetaria, o bien por medio de la colocación de aún más Leliq.

En tercer lugar, y probablemente uno de los peligros potenciales más dramáticos de este sistema, es que es susceptible a precipitar una hiperinflación en caso de que se produjera una crisis de confianza.

Juntos por el Cambio propone un desdoblamiento cambiario y un “aparente shock fiscal” como la principal ancla nominal de un eventual plan de estabilización. Pero si todo esto ocurriera con éxito (en el mejor de los casos), las tasas de las Leliq se tornarían positivas en términos y la deuda del BCRA volvería a crecer como lo hizo entre 2016 y 2018. El problema con esta dinámica es que si aumenta el peso real de los pasivos del BCRA, cualquier shock negativo conduciría a un eventual shock inflacionario como ocurrió en la crisis del año 2018.

Economía

Los datos que entierran la gestión de Sergio Massa: El exministro disparó el ratio de la deuda pública al 160% del PBI

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Se trata de la deuda consolidada de la Administración Central, tanto con acreedores externos como con agentes en el mercado de capitales local. Bajo la presidencia de Alberto Fernández se produjo un salto de casi 70 puntos del PBI en nuevo endeudamiento, como resultado de la brusca devaluación de la moneda.

No contentos con dejar a su La administración kirchnerista un verdadero tendal inflacionario y recesivo sobre la economía del país, pero la emisión sin respaldo no fue la única vía de financiamiento que tuvo el crecimiento del Estado, sino que también se optó por el frenético endeudamiento.

La deuda consolidada de la Administración Central se incrementó del 89,8% del PBI en 2019 a un récord del 157,9% en 2023, la mayor cifra desde el año 2002. Visto de otro modo, el stock de deuda medido en dólares corrientes al tipo de cambio oficial del Banco Central aumentó de los US$ 323.065 millones en el último trimestre de 2019 a más de US$ 370.000 millones al término del año pasado. Los datos fueron confirmados por el Ministerio de Economía, como parte de su último informe trimestral.

Asimismo, el stock de deuda contraída con acreedores extranjeros se vio incrementada del 43,3% del PBI en 2019 al 59,2% en 2023, registrando un salto especialmente pronunciado en el último año de la gestión kirchnerista con Sergio Massa como ministro de Economía.

De hecho, el 72% de la deuda de la Administración Central fue contraída en moneda extranjera, mientras que una gran parte del 28% restante contraída en pesos es deuda indexada por el índice de inflación (deuda que no se puede licuar).

La administración Fernández legó un perfil de vencimientos de deuda extremadamente aplastante para los años venideros, y en particular para el año 2024. Esto se debe a la fatídica reestructuración llevada a cabo por el exministro Martín Guzmán en 2020, una reestructuración cuyos resultados trataron de ser escondidos por el propio Fernández en ese mismo año, aunque sin ningún éxito.

Bajo el caótico esquema de la política económica kirchnerista, este stock de deuda no era sostenible y la tasa de Riesgo País (por riesgo de default, devaluación o ambas cosas al mismo tiempo) osciló entre los 2.500 y los 3.000 puntos básicos, todo esto por encima de la tasa de interés internacional de referencia.

El Riesgo País colapsó hasta los 1.200 puntos básicos en los primeros meses de la presidencia de Javier Milei, en respuesta a los sólidos resultados fiscales conseguidos en el primer trimestre del 2024, un hecho que permite afianzar la confianza del país frente a sus principales acreedores.

El ministro Luis Caputo anunció, además, que a pesar de la drástica caída de la tasa de riesgo, el Gobierno evitará contraer nuevamente deuda en el mercado internacional de capitales, por cuanto no se lo considera necesario en vista del estricto ordenamiento de las finanzas públicas.

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Economía

Rotundo éxito de la derogación de Ley de Alquileres: La oferta subió un 240% y los precios reales cayeron un 34%

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Contrariamente a lo que defendió el kirchnerismo y la izquierda a lo largo de la campaña electoral del 2023, la desregulación inmobiliaria está permitiendo que miles de personas puedan acceder al alquiler en Argentina. El valor real de los precios de alquiler se redujo en un 34% desde la vigencia del DNU.

El Presidente Javier Milei cumplió su promesa de campaña en relación a la desregulación del mercado de alquileres, derogando las corrosivas normativas dictadas por el Gobierno kirchnerista en 2020. 

Los resultados están a la vista: la oferta de viviendas puestas en alquiler se disparó un 240% solamente en la Capital Federal, y este efecto expansivo se registró en cada rincón del país, al ser dinamitadas las restricciones arbitrarias de la gestión anterior. El apuntalamiento de los derechos de propiedad y la mayor flexibilidad para negociar precios, permitieron que muchos propietarios vuelvan a confiar sus bienes inmuebles al mercado del alquiler.

Pero los mayores beneficiarios de la desregulación fueron los propios inquilinos: se estima que el valor real de los alquileres se desplomó en un promedio de por lo menos 34% desde la vigencia del Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU) establecido por el Gobierno.

Y de acuerdo a los datos publicados por el INDEC, en la región del Gran Buenos Aires el valor real de los alquileres se redujo en un 22% desde diciembre del año pasado. Se trata del rubro que más se apartó de la variación promedio de los precios desde entonces (denotada por el IPC del organismo oficial).

En otras palabras, el precio promedio de los alquileres en el mercado se incrementó sistemáticamente por debajo de la tasa de inflación de la economía, y también por debajo del crecimiento de los salarios. 

El poder adquisitivo de los argentinos se vio favorecido a la hora de lidiar con los costos de alquilar. Dada una demanda relativamente constante en el mercado, la explosión de la oferta de propiedades en alquiler permitió que los precios simplemente colapsaran en términos reales

Los sucesivos y drásticos aumentos perpetrados durante la legislación anterior simplemente dejaron de ser convalidados por los usuarios, ya que ahora disponen de una gran variedad de alternativas para poder alquilar.

La legislación anterior protegía virtualmente solo a aquellos usuarios con la suerte de disponer de un alquiler ya contratado, ya que se veía licuado el valor real del mismo con el paso del tiempo. Pero este fuerte desincentivo a la oferta de viviendas generó un alza de precios en términos reales que terminó por levantar una enorme barrera a la entrada en el mercado.

Cada vez más, los beneficios de la Ley de Alquileres del año 2020 se dirigían a los usuarios de mayores ingresos que tuvieron la suerte de poder saltear las crecientes barreras a la entrada del mercado, pero solo a costa de miles de personas que desafortunadamente fueron expulsadas de toda posibilidad de alquilar debido a los precios exorbitantes y la escasez de alternativas de vivienda.

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El Presidente Biden anunció una nueva guerra comercial contra China: Se establecieron aranceles de entre el 25% y el 100%

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Biden desató una agresiva impronta arancelaria contra China como no se veía desde el año 2019. Se espera una pronta respuesta arancelaria por parte del régimen de Xi Jinping, desatando así una nueva guerra comercial que repercutirá a nivel global.

En medio de la campaña electoral, y viéndose superado por las principales encuestas frente a su contrincante republicano Donald Trump, el Presidente Joe Biden anunció una oleada de represalias arancelarias en contra de las importaciones provenientes de China, muchas de las cuales afectan a sectores especialmente dinámicos y competitivos.

Biden tomó la decisión de establecer recargos drásticamente más elevados en comparación a los que había establecido su predecesor entre 2018 y 2019, pero con una lógica sustancialmente diferente: esta vez se pretende articular una protección de carácter permanente, y los aranceles ya no se ven inmiscuidos como una mera regla de negociación para que China profundice la desregulación sobre su mercado de divisas.

El Presidente Biden anunció una impronta abiertamente proteccionista, y los principales damnificados de esta política serán los propios consumidores estadounidenses que deberán enfrentarse a precios y costos más elevados. Se anunciaron las siguientes disposiciones contra las importaciones chinas:

  • Arancel del 25% sobre el acero y el aluminio
  • Arancel del 50% sobre semiconductores y paneles solares
  • Arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos

Los aranceles anunciados protegerán a la industria estadounidense frente a la competencia china, en detrimento de la calidad de sus productos y del poder adquisitivo de los consumidores locales. Muchas enfrentas enfrentarán un gran aumento de costos que sin lugar a dudas será trasladado al bolsillo del consumidor.

También constituye un fuerte desaliento para la inversión extranjera directa de largo plazo, ya que la constante alteración de las reglas de juego generan un clima de inestabilidad que hace imposible la previsión.

Pero incluso a pesar de los evidentes daños generados para los consumidores, los beneficios para la industria estadounidense podrían verse diluídos rápidamente, tan pronto como aparecieron en primer lugar.

Dado el gran tamaño de la economía estadounidense, resulta factible que la aplicación de aranceles puntales revitalicen frente a su par asiático. Sin embargo, es casi un hecho el régimen chino adoptará medidas arancelarias de represalia en la dirección opuesta, desatando una nueva y agresiva guerra comercial.

En caso de que esto ocurra, y con toda seguridad resulta el escenario más probable, entonces quedarían erradicadas todas las ganancias de competitividad que pudiera tener Estados Unidos frente a China. 

El resultado de equilibrio podría traer aparejado un nivel más alto de precios internos tanto en China como en Estados Unidos, pero ninguna ganancia de competitividad para ninguno de los dos países debido a que la relación entre aranceles permanecería relativamente constante.

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